Serodino: la emotiva historia de María Inés, quien busca a su mamá biológica

María Inés Rodriguez tiene 39 años y vive en la localidad de Serodino. Lleva el apellido de su papá adoptivo, formó su familia y es docente, pero aún, tiene una materia pendiente: encontrar a su mamá biológica.

Con toda una historia marcada por la lucha personal, María Inés obtuvo su Documento Nacional de Identidad recién a sus 26 años. Remarcó que su esposo, José María Gaiardo, a quien conoció a los 13 años, es su pilar fundamental y con quien hoy tienen dos hijos, Ignacio que nació en 2012 y Nazareno, que llegó al mundo en 2015.

De sus primeros días de vida no tiene información, no conoce el nombre de su mamá, quien habitaba en la localidad de Timbúes, en una casa del Ferrocarril entre esa localidad y Puerto San Martín. Sobre su nacimiento hay al menos dos opciones: una que haya nacido en esa vivienda y otra, en el Hospital Granaderos a Caballos de San Lorenzo, aunque no hay certificados que así lo confirmen.

En relación a sus papás adoptivos, vivian en el sector rural de la localidad de Serodino. Su padre, de apellido Rodriguez, y su madre, de apellido Echegoyemberry.

Su mamá, según lo que pudo saber, tenía muy corta edad al momento del embarazo y la entregó a una mujer que vivía en San Lorenzo y poco después llegó a Serodino dada en adopción. Su fecha de nacimiento tiene como registro el 28 de julio de 1979 aunque no es exacta, ya que no cuenta con partida de nacimiento.

María Ines, en diálogo con Info Más, contó más detalles acerca de su búsqueda guiada por su corazón y sin intermediarios más que su propia familia. «Yo se de la persona que conoció a mi mamá pero ella no se si por miedo o por qué causa no me quiere decir».

Un punto de partida, la obtención de su propio DNI:

«Cuando me trajeron a Serodino no tenia nada, ni partida de nacimiento. Cuando empecé la escuela primaria no tenía número de documento y terminé mis estudios primarios indocumentada, me manejaba con un permiso policial. Yo viví en el campo y no hice el secundario, terminé el EEMPA y no figuraba en ninguna parte», relató.

Pese a contar con un abogado para realizar los trámites correspondientes, años después descubrió que su causa no existía ni con su nombre ni con número de registro o expediente. «Uno cuando es chico no conoce sobre temas de abogados, si tienen buenas intenciones o no, yo me metí con uno del pueblo, iniciamos los trámites y me llevó años, pero yo seguía sin documento», contó.

«Mi esposo, quien es mi mentor, me dijo que cambie de abogado. Cuando comencé el trámite con otra abogada, ella averiguó en tribunales y me dijo que con ese nombre y número de expediente no hay nada, es decir, que el abogado anterior no había hecho nada. A mi se me vino el mundo abajo. En el pueblo quizás somos mas confiados, yo trabajaba limpiando casas y todo peso que juntaba pagaba los honorarios del abogado y tuve que volver a empezar, todo de cero», lamentó.

La lucha por su identidad continuó, y en el 2004 viajó a Buenos Aires al Registro Nacional de las Personas donde finalmente y tras incontables trámites, logró tener su documento al igual que el título el EEMPA, el cual le sirvió para estudiar y poder ser una profesional en la docencia. Actualmente, trabaja en la escuela N° 239 de Oliveros.

«Tenía 26 años cuando obtuve mi documento. Actualmente tengo partida de nacimiento, número de documento, figuro en los padrones…. Ahora figuro en el Registro Nacional de las Personas pero fue una tarea muy ardua», aseguró hoy, con sus 39 años.

La búsqueda de su mamá y su acercamiento a Abuelas de plaza de mayo:

El tener su documento fue uno de los capítulos cerrados en su historia pero quedaba uno tan importante como el anterior, hallar a su mamá, el cual hoy, en febrero de 2019, sigue soñando con concluir.

«Siempre tuve esa espina, me faltaba algo. Cuando tuve a Ignacio pensé que esa etapa se había cerrado pero evidentemente no. Se que en algún momento mi mamá va a aparecer si Dios quiere, sino no será.»

Uno de los caminos que eligió fue en contacto con Abuelas de Plaza de Mayo, en Buenos Aires, donde viajó en una ocasión en busca de obtener alguna respuesta que la acerque a su mamá.

Allí, se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) el organismo que funciona en el ámbito del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina y tiene como objetivo la localización de niños desaparecidos durante la última dictadura militar.

Le tomaron fotos y poco después, la organización estuvo en Rosario. Tal como le habían prometido, las autoridades le avisaron de su presencia en la provincia de Santa Fe y se acercó a ellos. «Registraron mis huellas, me sacaron sangre y al tiempo recibí un llamado de Abuelas de Plaza de Mayo, me dijeron que no era compatible con ninguno de los ADN del banco de sangre del hospital Durán», sostuvo.

En ese sentido, reflejó: «Por ese lado me quedo tranquila porque sé que no soy hija de desaparecidos pero no se que es peor porque tengo que empezar todo nuevo».

Una vez más, María Inés volvió a empezar:

El año pasado, ayudada por las redes sociales, la mujer reinició la búsqueda para intentar, nuevamente, hallar a su lazo de sangre. En su investigación, encontró a otra mujer que buscaba a su hija.

«Encontré a una mujer de Timbúes con una historia muy parecida a la mía tal así que nos fuimos a hacer un ADN que dio negativo pero la amistad con ella y su familia sigue vigente», indicó.

Sin embargo, no se rendió y sus fuerzas continúan latentes para seguir dando pelea para descubrir sus orígenes. «No quiero iniciar nada legalmente, se que una mujer sabe pero yo no quiero tener mayores problemas».

Un anhelo sin rencores:

«Conocer a mi mamá es lo único que me falta parar cerrar el círculo biológico de mi vida- agregó-. Ya soy una mujer adulta, tengo mi familia, Dios me permitió ser docente y la verdad que los valores que me dio mi familia adoptiva no me arrepiento de nada, me han dado una muy buena educación. Eso le digo siempre a mis alumnos, que valoren todo lo que tienen, su padres, sus abuelos, toda su familia».

Por último, se dirigió a dos personas, en primer lugar a la mujer que podría tener datos sobre su mamá y por último, a su propia madre.

«Si la persona que sabe simplemente que me diga, yo ya soy grande, quiero la verdad, no quiero ni juicios ni nada por el estilo, solo quiero mi verdad sin perjudicar a nadie».

«A mi mamá, si en algún momento lee o escucha que la estoy buscando, tengo la sensación que no está tan lejos. No tengo ningún rencor con ella, no la puedo juzgar porque no se lo que hizo, no se si ella sabia lo que estaba haciendo. Sólo le digo que la estoy buscando y necesito saber al menos quién es y cómo está, nada más», concluyó.

Su vida en Fotos:

María Inés mostró su vida en imágenes las cuales compartió con Info Más. Por un lado, sus primeros años de vida, por otro, su familia conformada por su esposo y dos hijos; también las compañeras de trabajo y una amiga inseparable.

«Vanesa, mi amiga de toda la vida»
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