Sabores y Aromas del Ayer: Abuela Frida

Por Patri Bravín

Mi emprendimiento surgió como el de muchos, por una necesidad económica. Siempre me gustó cocinar, más que nada, dulces. Siendo docente comencé a leer recetas, mirar programas de cocina, probar ingredientes, a fabricar y regalar a mis conocidos para que me dieran sus puntos de vista. Así arranque hace ya 25 años.

Comencé con los utensilios de mi abuela Frida. Ella era Frida Magdalena Madhoery de Bravín con la que compartí mi niñez y adolescencia. Crecí viéndola cocinar, siempre trabajando mucho en la mesada, utilizando la mejor materia prima, aunque el bolsillo no le alcanzara.

No recuerdo sus recetas de pastelería, pero sí las de sus mermeladas. ¿Se acuerdan que hace muchos años pasaban las camionetas de los verduleros por las calles y la mayoría de la gente les compraba?, mi abuela conseguía los cajones de durazno y ciruelas y me sentaba a pelarlos y cortarlos. Ella los ponía en las ollas con azúcar y ahí se cocinaban por varios días en nuestra cocina.

Según mi mamá, en su momento Frida le había explicado a cuánta vecina quisiera, cómo se hacía el hojaldre sin guardarse secretos, pero a nadie le salía como a ella. Frida me ponía a batir las claras a nieve con batidor de alambre, al igual que la crema chantillí, tenía una batidora Kenwood grande que poco la usaba, sólo en ocasiones especiales, para ella todo era a mano y fuerza de brazos y palo de amasar. Mi abuela trabajó algún tiempo en el hotel Botta y aprendió mucho de Cata, la nombraba siempre.

También recuerdo todos los ingredientes que le ponía a sus famosos canelones, freía la cebolla, que cortaba finita, en aceite o manteca hasta que quedaba transparente, luego agregaba morrón, después chorizo desarmado, un seso, que había hervido aparte y había sacado toda la piel de alrededor y carne picada o pollo picado, espinaca y cocinaba todo.

Lo condimentaba con sal, pimienta, nuez moscada y queso rallado. Pasaba todo el relleno dos veces por la picadora manual antes de armar los canelones. Le ponía los huevos para que ligue.

Por la mañana hacía los panqueques (en la panquequera de aluminio que todavía tengo), por la tarde el relleno, que guardaba en la heladera para que “tome gusto” decía ella, y al otro día armaba y acompañados de una rica salsa…comíamos.

Pienso que hay habilidades que uno las lleva en la sangre, no solo por la cocina sino por las capacidades y tenacidad en el trabajo, como así también el respeto hacia las personas que comen lo que uno elabora, eso sí lo aprendí de ella y de mis viejos.

Utensilios de cocina de la abuela Frida.

Libro de Doña Petrona y receta escrita por Frida aparentemente de empanadas.


Libro de Doña Petrona y receta escrita por Frida aparentemente de empanadas.

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