Gálvez: Fábrica de pastas “5 esquinas»

Relato Silvia Periotti

Fue en el año 1976 cuando nos mudamos con mi familia a Gálvez, vivíamos en Loma Alta, donde mi padre era propietario de la panadería del pueblo, su mercadería era muy famosa por su calidad y mi madre era portera de la Escuela N° 289 del mismo pueblo. A raíz del traslado de mi madre a la Escuela Especial de Gálvez, decidimos mudarnos.

Para entonces se encontraba en venta la fábrica de pastas propiedad de don Pedro Racigh, ubicada en calle R.F. Coulin al 600 donde hoy hay un edificio, todo un emblema en esa época y mi padre decidió comprarla, con todas sus máquinas, las cuales aún hoy estamos usando. Mientras estaba en funcionamiento íbamos a aprender e interiorizarnos del oficio, el cual adoptamos para vivir.

Nuestra fábrica de pastas pasó a llamarse “Fábrica de pastas 5 esquinas”, a raíz de haberla mudado a un local que se encontraba en las cinco esquinas de la ciudad. Elaborábamos pasta de todo tipo Por supuesto que hicimos muchos cambios por ejemplo pasamos de vender la pasta suelta a empaquetarlas, además de agregar otras variedades de pastas rellenas.

El local era, ya casi calle S. Arcas, donde hoy hay un estudio contable, junto a la fábrica de pastas estaba Curti con su bar, quien recuerdo sacaba las mesitas a la vereda, después pasó a ser atentido por el Sr. Macedo, sobre la explanada de esa misma esquina funcionaba el quiosquito de madera de la Sra. de Ferrero, mamá de las mellis, y también contra la pared oeste había una verdulería que atendía la Sra. Norma Lirusso.

Ahí estuvimos desde marzo de 1977 hasta 1980 en ese año alquilamos una panadería en calle belgrano al 600 (ex panadería Passerini) donde también instalamos la fábrica de pastas o sea trabajábamos los dos rubros. En ese momento la venta era sólo al público.

La panadería tiene horarios muy duros, no así la fábrica de pastas, en el año 1983, marzo también, nos mudamos dónde estamos actualmente, en Mitre 536, ahí mis padres ya no trabajaban, continuamos con mi esposo hasta que falleció y continúo con mi cuñada hasta el día de hoy.

Fue y es un emprendimiento familiar, es decir, todo se hacen familia, además de los empleados

Fabricamos todo tipo de pastas frescas; ravioles de varios rellenos y ñoquis de sémola, tallarines y tapas para empanadas, pastelitos, tartas, tortas fritas, etc. Nuestros productos no tienen ningún agregado extra como ser conservantes o colorantes, son totalmente naturales y artesanales, las hacemos en el mismo momento de venderlas y totalmente a la vista del cliente.

Son muchos años en esto, pero me encanta. Me gusta el trato con la gente, me gusta elaborar, me gusta crear e innovar y que todo salga como si cada cliente lo hicieron su cocina.

Podría contar montones de anécdotas que tengo en mi mente pero les comparto la que más recuerdo… es cuando se nos rompió la máquina de ñoquis… hicimos durante una semana, 15 kilos de ñoquis por día, todos los ñoquis a mano con la ñoquera manual o cuando se nos rompió la máquina laminadora… para estirar la masa lo hicimos con el palo de amasar, siempre para poder cumplir con nuestros clientes.

Esta es la historia de un comercio actual, mechado con algo anterior, pero todo de una misma familia: Periotti.

Para Terminar, solo me queda agradecer a la ciudad, primero porque me adoptaron y segundo porque aceptaron lo mío. De corazón gracias. Soy feliz haciendo esto.

 

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