Relato Omar Perletti
Empecé a trabajar en Casa Parigi a los 15 años, en marzo de 1955. Entré como cadete, junto a Hector Comelli, cumplíamos 6 horas de trabajo. Era un gran negocio de la época, comenzó como ferretería luego se fueron anexando más cosas para la venta.
Estaba ubicado en la esquina de calle Sarmiento y Rivadavia, al principio tenía las dos entradas por calle Sarmiento. Era una estructura antigua, con piso de madera, y con el tiempo se hizo una reforma grande y ahí funcionó el nuevo negocio.
Se vendía desde heladeras hasta papel higiénico.
Las heladeras eran eléctricas y a kerosene, empezó a venderse en los campo y así los colones tenían su frío.
Algunas las fabricaban en Rosario con la marca propia “Don Carlos” de casa Parigi con garantía de hasta 2 años y 3 años. También televisores, radio a transitores, pinturas sintéticas. Luego vino la época de la cocina a gas dónde se vendía la cocina con dos garrafas y también se distribuía el gas. A las cocinas había que cambiarle los picos porque estaban hechas para gas natural y acá teníamos gas envasado todavía.
Luego se fue agrandando el corralón, anexaron venta de maderas, materiales de construcción.
En la ciudad, aún no había asfalto, se había empezado a hacer las cloacas, el agua, venían muchas cosas por delante, siempre tratábamos de actualizarnos.
Cuándo empezó la revolución de construir viviendas el corralón funcionaba a pleno se trabajaba horas extras con dos camiones para repartir.
Se trabajaba con todo lo de bazar. Se traía mucho de la cristalería San Carlos, juegos de copas, también había juegos de acero inoxidable, empezó a aparecer el aluminio, productos de telgopor que eran carísimos era un producto novedoso y todo tenía su precio.
Se vendía ropa de trabajo, botas, etc y se llegó a vender, pero muy poco, la marca Ombú, Grafa. Había camisas de trabajo para el campo, duró poco tiempo porque no era lo que convenía. Acá en Gálvez había tres grandes tiendas que eran: Casa Rosa, tienda San Juan y tienda Ceci, ellas se dedicaban a la ropa.
Visitábamos a la gente de la colonia con todas las herramientas que teníamos para vender incluso las cosas de bazar, después la gente empezó a salir y a llegar a la ciudad y ellos venían a comprar al negocio.
Más adelante se hace un contrato con Massey Ferguson para vender maquinarias. Nosotros ya trabajábamos con herramientas para el agro, venía mucha gente del campo, teníamos muchos clientes de la zona rural, verdaderamente fue un éxito, se llegaron a vender casi 100 tractores. Hacíamos cursos de tractores, retiramos el usado por uno nuevo.
La gente pagaba con dinero o con documentos. Por ejemplo se compraban una cocina y la pagaban con un documento a seis meses. Era otra época donde no había inflación.
Y por ejemplo a los 6 meses compraba otra cosa y así era otro crédito y seguían comprando de esa forma. Por supuesto que no había la tecnología de las tarjetas de crédito y las chequeras las manejaban muy pocas personas. Era un sistema económico muy distinto.
Nosotros, los empleados, cobramos con sobre. Nos daban la plata dentro de un sobre y contabas la plata. Siempre estaban los descuentos, porque se pagaba jubilación y todo lo que correspondía. Los sueldos eran buenos, la plata servía.
Llegamos a ser 56 empleados. Entre ellos recuerdo a Chuchi Querini, Fernando Seia, hermanos Toledo, hermanos Rigali, Pochi Casado, Chiche Gianoglio (regador), Valentín Montina (jefe de personal), Gringo Cortese (jefe de compras) también ingresaron mujeres al sector administrativo: Marta Poncio, Ana María Lanfranco, Dolly Sguazzini y luego cuando se cerró por la crisis ya no nos vimos más. También trabajaba Pato Cenini con su señora.
Había mucho stock de mercadería en los depósitos. Estaban siempre llenos. Todos los años se hacían los balances, se cerraba el negocio tres días para contar toda la mercadería que existía, todo lo hacíamos a mano, no había tecnología que lo agilizara.
Qué tiempos aquellos…