El médico ruralista más famoso del país, que marcó una forma de ejercer la salud, moría un 14 de enero de 1995. Esteban Laureano Maradona, nacido en Esperanza, pasó gran parte de su niñez en Barrancas.
Vivía junto a sus padres en la zona rural del pueblo, muy cerca del Río Coronda. Luego emigró para poder estudiar y poder ser lo que fue. En sus últimos años de vida volvió varias veces para visitar el pueblo donde fue feliz.
Su padre era maestro en la estancia Los Aromos. Allí el chico aprendió, jugando, a vivir en el monte, cazar y pescar.
Cursó sus estudios primarios y secundarios repartiéndose entre Santa Fe y Buenos Aires. En 1928 se graduó con diploma de honor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde fue discípulo del doctor Bernardo Houssay.
Luego se trasladó a Resistencia, Chaco, donde además de ejercer la medicina se dedicó al periodismo en el diario La Voz y a realizar exploraciones y estudios de botánica en la isla Cerrito Argentino.
Luego, Maradona partió hacia Paraguay, donde comenzaba la Guerra del Chaco –que se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay por el control de la región del Chaco Boreal–, con apenas una valija de ropa, un revólver 38 y su diploma de médico como todo equipaje. Lo tomaron como camillero en el Hospital Naval, donde en tres años llegó a ser director, atendiendo en esa etapa a cientos de soldados de ambos bandos.
Su historia quedó marcada tras quedar varado en un pueblito perdido entre la miseria y el abandono. “Había que tomar una decisión y la tomé… quedarme donde me necesitaban. Y me quedé 53 años de mi vida”, contó Maradona, quien se estableció en Estanislao del Campo, entonces el Paraje Guaycurri, un villorrio formoseño sin agua corriente, gas, luz o teléfono.
Durante más de medio siglo curó leprosos y chagásicos, atendió a baleados y engangrenados, fue partero a la luz de la luna y pediatra sin agua corriente. Creó una escuela, enseñó. Y jamás aceptó que le pagaran por sus servicios. “Con el oxígeno del aire y el agua que viene del cielo me basta. No tengo motivos de queja”, repetía Maradona.
El doctor Esteban Laureano Maradona falleció en Rosario, el sábado 14 de enero de 1995, seis meses antes de cumplir los 100 años.